A veces me da el puntillo y utilizo el blog, que lo es de toda la Cuadrilla de la Ilusión, para mis cosillas personales, pero ¡que narices!, ya que procuro no hablar bien de mí mismo, ni sacarme demasiado en las fotos, creo que me merezco ese favor.
Hoy os voy a hablar de "mi sobrina" y de sus padre, y lo pongo entre comillas porque en realidad ni es mi sobrina ni me toca na de na en lo que a parentesco se refiero, pero maldita la falta que me hace que sea así para que la quiera como "mi sobrina".
El Domingo pasado, me dí el gustazo de hacerle la foto de arriba. Con su medalla de la Hermandad de las Maravillas prendida del cuello, recién impuesta, y en los brazos de su padre con las babillas a punto de caerle en la corbata y con su madre siempre atenta por ella.
Y es que es la hija de "mi compadre", que ni es el padrino de mi hija, ni yo lo soy de la suya, pero tampoco me hace ninguna falta que esto sea así para que yo le llame "mi compadre". Nos conocimos por esto de los pasos y después de muchos años puedo presumir que lo que tenemos es una amistad de las de verdad. Como hermanos. Nos aguantamos las malas caras cuando vienen, y nos ajumamos juntos cuando vienen las buenas. Sinceramente, después de llevar en esto de las hermandades casi toda la vida (y ya no cumplo los 40) lo mejor que he sacado de ellas es la amistad de mi compadre.
De lo cofrade ya ni hablamos. Si algo grande tiene la Cuadrilla de la Ilusión es gracias a uno que yo me sé, que siempre ha sabido estar en su sitio y que nos ha ayudado a crecer al resto.
Y del encanto de la madre, de Sara, no se puede añadir nada más porque no tengo palabras. Creo que lo que se dice una mala cara no le he visto nunca.
En resumen que quiero mucho a esta familia. Que sigáis siempre siendo así.
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