jueves, 23 de diciembre de 2010

Walter Bonatti

No lo puedo evitar. Cuando se acerca el invierno y empieza la temporada de nieves de alta montaña (¡OJO! no confundir con la temporada de Esquí), suelo empezar a releer mis cosas relacionadas con la montaña: guías, fotografías, notas personales (tengo la costumbre de documentar casi todo lo que hago por primera vez en montaña), libros de rutas, mapas y libros de experiencias.

Hay un texto imprescindible para cualquier buen aficionado a la montaña, y es el libro "Montañas de una vida", del alpinista italiano Walter Bonatti.

Bonatti es uno de esos brillantes deportistas de post-guerra que marca una época en lo deportivo, pero sobre todo, en la manera de afrontar la montaña con una filosofía romántica prácticamente desaparecida.

Participó en numerosas expediciones en los Alpes, Himalaya y Patagonia, siendo miembro de la mítica expedición que logra hollar por primera vez en la historia una cumbre de más de 8.000 metros (Annapurna), así como en la que conquistó el K2 en 1954. De esta última expedición extrajo una amarga experiencia que marcaría su destino como montañero y como persona, y que fue el detonante de que cambiara definitivamente su estilo de escalada, dedicándose en exclusiva a la modalidad alpina clásica, casi siempre en solitario, que le llevan a ser el primer humano en pisar la cumbre del Gasherbrum IV (7.950, osea que técnicamente un 8.000).


En 1965, tras sobrevivir a la tragedia del Pilar de Frêney en el Mont-Blanc cuatro años antes, abandona el alpinismo de alto nivel hastiado por el ambiente deshumanizado y competitivo en el que se va tornando la élite de este deporte. Antes de dedicarse definitivamente al periodismo y la fotografía, desvela aquello que tanto le marcó como persona: lo ocurrido en la noche del 30 al 31 de julio de 1954 en el campo 9 del K2 a 8.100 metros de altura. La historia completa la podéis buscar por la red. Solo anotaros que Walter Bonatti y el porteador pakistaní Mahdi, fueron los primeros seres humanos en sobrevivir a una noche a la interperie a más de 8.000 metros de altitud. Sirva como ilustración de lo que debió ser aquello que el escalador más grande de todos los tiempos, Reinhold Messner, declaró una vez que a más de 8.000 metros las condiciones son "incompatibles con la vida".



Bonatti, no solo nos viene dejando la huella de sus aventuras y algunas vías imposibles como la última que abrió en la norte del Cervino. Sobre todo nos aporta una filosofía de la vida digna de ser tenida en cuenta, observada y, al menos en mi caso, asumida como propia.



La otra noche escuché por la radio a Sebas Álvaro reproducir una frase suya y acudí presto a mi ejemplar de "Montañas de una vida" para comprobar con satisfacción que, como así fue, la tenía subrayada desde hace tiempo. Esa cita resume toda una filosofía de vida que suscribo y hago mía desde la primera a la última letra, y que me gustaría compartir con todos vosotros:

"La montaña me ha enseñado a no hacer trampas, a ser honesto conmigo mismo y con lo que hago. Afrontada de cierta manera, la montaña es una escuela indudablemente dura, a veces incluso cruel, pero sincera, lo que no siempre sucede en la vida diaria. Así pues, si traslado estos principios al mundo de los hombres, me veré considerado al instante como un tonto. Es verdaderamente díficil conciliar estas diferencias. De ahí la importancia de fortalecer el espíritu, de elegir lo que se quiere ser. Y, una vez elegida la dirección, se debe ser lo suficientemente fuerte como para no sucumbir a la tentación de tomar otra."

1 comentario:

Francisco Abuín dijo...

Chapó... es verdad, verdadera... que grandísima cita, y me gusta leerte cosas sobre tus otras pasiones... de las que no sabía prácticamente nada...

Un abrazo y felices fiestas

Pd: se te hecho anoche de menos, que lo sepas...