lunes, 13 de diciembre de 2010

Raíces

Soy de los miles que vivimos en el exilio del área metropolitana, y aunque se vive bien, me gustan los pueblos pequeños y su gente, no puedo evitar sentir cuando salgo a la puerta de mi casa que aquellas calles no son mías.

Por eso, desde que recibí la llamada de Manolo Vedia invitándome a participar del EVENTO, desde que vi la convocatoria en las redes sociales y blogs diversos, desde que mi amigo del alma José Carlos me hizo llegar la invitación, pensé que no era posible llegar desde Híjar hasta Santo Domingo de un salto, sin volver a sentir mis calles. Aunque lo he hecho cientos de veces, aquel 12 de diciembre no podía ser así. No hubiera sido justo con el pasado que iba a rememorar.

Así que me fui a sus calles, a sus placetas, cuestas y requiebros, y me perdí por Santa Catalina, Concepción, Castañeda y la calle Ancha, buscando los edificios viejos que aún quedan de cuando partí de allí. Busqué el diminuto colegio que fue cantera de tan grandes costaleros viejos, la tienda de Braulio, Ciclos Pepe y Casa Pinocho. Me fui hasta el portal que me vio nacer en la esquina de Maestro Alonso con San Jacinto. Toqué las barandillas de las ventanas del entresuelo en las que hice pompas con jabón, y hablé a gritos con Alfonsito Segura. Donde me asomaba a ver si mi madre venía ya de vuelta del Ayuntamiento, si el simca de mi padre llegaba al garaje Alhambra, o si mi abuelo volvía de su dominó en el Liceo con el cartucho de manises que casi nunca olvidaba traerme.

Paseé por los adoquines que dieron forma a mi infancia, y muy posiblemente a mi personalidad de adulto. Por el callejón de los Gitanos, las cuestas del Perro y del Pescado, la eterna Placeta del Lavadero... Subí la cuesta de Aixa flanqueando el Cuarto Real para buscar una última huella de las cosas que me habían forjado como persona, y la encontré en la Plaza de Santo Domingo, en medio de "los que fuimos, somos y seremos".

Si un 6 de noviembre volví como costalero al barrio que me vio meterme por vez primera bajo un faldón, poco más de un mes después, un 12 de diciembre volví como persona al barrio que me vio nacer. Le he leído a uno de mis buenos amigos, de esos a los que quererle te da la vida, que es "triste pasar por allí y no descubrirle la esencia". Yo la tengo guardada en un frasco que se llama mi barrio y que va desde la Carrera de la Virgen... hasta el infinito y más allá.

El EVENTO es conocido por todos. Habrá mil crónicas que lo contaran mucho mejor que yo, y los sentimientos más íntimos me los guardo para mí por ahora. Solo pretendía compartir con todos ustedes lo que yo sentí ayer: que todos y cada uno de los minutos de nuestra vida se merecen ser vividos intensamente, para bien o para mal, y guardados en una mochila, de la que solo ellos sabrán cuando, como y por qué tienen que salir para volver a ser dignos de ser recordados.

7 comentarios:

Francisco Abuín dijo...

Eso es así, Manué... enhorabuena y Chapó... y pa los entendíos A Peche Pó....

Carlos Mata dijo...

Me has emociocionado, Manolito, bonitas palabras de alguien que de verdad merece ser parte de ese azulejo.
Un abrazo

David Rodríguez Jiménez-Muriel dijo...

De babero Manuel... A algunos se nos hizo imposible. Era en definitiva la excusa de recuperar al Realejo un poco más. Y ojo, a los metropolitanos ya os diré cuatro, nada más que cuatro cosas... ¡Qué se le va a hacer!

Se le quiere Manuel, bien lo sabe usía.

monaguillo dijo...

Tu eres un ejemplo más de aquellos a los que hay que seguir, Manuel. Por mucho que uno se quiera hacer bien la ropa, por mucho que el costal sea de diseño... si debajo no hay un buen hombre, jamás habrá un buen costalero.

Bienvenido a casa, Manuel. A partir del domingo un poquito de tí vive en Jesús y María, domiciliado en TU 18009.

El Penacho dijo...

Quisiera contestaros a todos...

A Peche Pó hermano, siempre de frente y a Peche Pó

Carlitos el mérito es el de ver varias generaciones de gente buena en los mismos escalones.

David, no es lo mismo para por la metrópolis que ser metropolitano... y menos yo que el metro no me llega los menos hasta 2025.

Monaguillo, no quisiera nunca ser un ejemplo, porque siempre quiero seguir aprendiendo y ojalá nunca pierda la facultad de sorprenderme. En cualquier caso, yo siempre de mayor he querido ser buena gente, por encima de buen costalero, por encima de buen capataz. Ojalá algún dia lo consiga.

granada entre chester dijo...

Simplemente espectacular tu entrada manolo, sobre todo por describir a la perfecccion la "enjundia" del realejo bajo, te lo dice uno que nació en la Placeta del Lavadero.
Enhorabuena.

El Doctor

costalero gruñón dijo...

la de veces que he pasado por esas calles camino de mi colegio de infante, de mis parvulillos de monjitas, y como le dije al Monaguillo, nunca me he hecho la ropa en esas calles (bueno, quizá sí, cuando un año ensayó la Esperanza en calle Escutia y hotelitos de Belén), pero de ahí guardo amigos inolvidables, como el que escribe esta entrada...

Un abrazo Manolo, qué suerte haber bebido de tus cosas...